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En junio de 2015, el Movimiento Popular Neuquino llegó con un pedido urgente. Julieta Corroza era candidata a la intendencia de Plottier, Neuquén, y necesitaban un cartel promocional. Sin un concepto claro, el desafío no era solo diseñar una pieza gráfica, sino construir una imagen que pudiera vencer un obstáculo silencioso pero poderoso: la resistencia cultural a que una mujer tomara el mando.
Habiendo vivido en Neuquén, entendía la idiosincrasia local. La clave estaba en proyectar confianza y liderazgo, más allá de los estereotipos de género. Cada decisión en la producción del retrato debía respaldar ese mensaje.
Optamos por un peinado con raya al costado y cabello recogido, eliminando cualquier distracción visual. Redujimos los accesorios a lo mínimo: solo unos pequeños aros redondos. La blusa blanca, sencilla y con escote en V, ayudaba a estilizar sin restar seriedad.
La iluminación jugó un papel crucial: suave y uniforme, resaltaba sus rasgos sin sombras duras. Un fondo neutro, en tono verde desaturado, aportaba equilibrio y armonía, complementando la piel y el vestuario. Era la mejor foto tipo carnet que alguien podría tener, pero con la fuerza de un retrato presidencial.
La expresión fue cuidadosamente trabajada: una leve sonrisa que transmitía cercanía y confianza, con las sutiles arrugas en los ojos que sumaban experiencia y credibilidad. El resultado fue una imagen impecable, equilibrada y poderosa.
Solo quedaba un detalle: su nombre, grande y claro. El cartel fue un éxito. La imagen no solo llenó las calles, sino que ayudó a consolidar la percepción de Julieta como una líder preparada para gobernar.




